"Pido perdón a los niños por haber dedicado este blog a personas mayores. (...) quiero dedicar este blog a los niños y niñas que estas personas han sido. Todas las personas mayores fueron primero niños (pero pocas lo recuerdan). Corrijo entonces mi dedicatoria."

Adaptación de la dedicatoria del libro "El Principito", de Antoine Saint-Exupéry




sábado, 14 de mayo de 2011

La vida es sueño

Desde que tengo memoria he tenido sueños cíclicos.

No sé si os ha pasado alguna vez que durante una temporada (o durante toda la vida, eso no lo sé porque aún llevo relativamente poco en el mundo y desconozco la probabilidad de que esto dure muchos o pocos años) soñáis una y otra vez la misma situación, con las mismas personas, el mismo escenario, los mismos detalles. Es muy común soñar con que no puedes hablar, o que no te puedes mover, o que tienes una relación con una persona desconocida, o que se te caen los dientes. En mi familia, sin ir más lejos, hay varias personas que tienen sueños cíclicos de este tipo.

Yo tengo dos o tres que se repiten desde siempre. Los tres son pesadillas (qué suerte) y los tres son angustiosos, en los tres me despierto sudando como un pollo y me cuesta volver a coger el sueño. No voy a hacer un análisis retrospectivo de mis sueños, pero sí puedo dar pinceladas del peor de los tres.

La pole position del ránking de mis Pesadillas Malignas la ocupa una situación en la que voy en un ascensor, concretamente en el ascensor de mi casa. Me subo y conmigo sube un vecino, él pulsa su piso y yo pulso el mío, que es más alto. Cuando llegamos al suyo, el ascensor se abre, él sale, las puertas se cierran y yo sigo subiendo. De repente, la pantalla en la que aparece el piso por el que vamos muestra el mío, pero el ascensor no se para, sino que sigue subiendo. Yo le doy al botón e intento pararlo, pero los números de la pantalla cada vez avanzan más rápido y muestran que vamos por el piso 20, y luego el 50, y luego el 100, y luego el 250, y aunque yo intente pararlo no frena. De repente, cuando estoy a punto de hacerme el harakiri con la patilla de las gafas, el ascensor para en seco, vuelve a bajar y llega a mi piso, pero cuando las puertas se abren no estoy en mi edificio, sino en otro que no conozco y que no ubico en absoluto.
En ese momento de angustia vital me suelo despertar de golpe, y lo hago de la peor forma posible, esa en la que tú mandas la orden a tus piernas para que se muevan, pero ellas hacen caso omiso, entonces mandas la orden a los brazos pero también te ignoran, y al final le dices a tu cerebro: "Oye tronco, que estoy rígida como un palo, diles que se muevan"; ahí, poco a poco, vuelvo a recuperar la movilidad y me relajo.

Como veréis, yo me paso la vida en estrés continuo, hasta en sueños.

Llegó un momento de mi vida en que de tanto soñar lo mismo, pasé a la fase de lo que llaman sueños lúcidos. No la desarrollé del todo, pero a lo mejor estoy en una etapa inicial, que por otro lado me basta y me sobra para lo que la necesito.

Este proceso quiere decir que cuando estoy soñando, sé que estoy soñando. ¿Cómo puede ocurrir ésto? Pues de repente, cuando estoy en el ascensor del sueño, con esas sensaciones, se abre la puerta, sube mi vecino, pulsa su piso, pulso el mío y comenzamos con la catarsis, soy consciente de que es un sueño. Es como si me dijera a mí misma: "Tranquila hija, estás en la Pesadilla del Ascensor. Sabes que ahora viene lo de que subes hasta el infinito y más allá, y luego lo de los números, y luego bajas y se va a acabar todo cuando te despiertes". Como un Día de la Marmota onírico en el que lo peor es que sé que las voy a pasar putas pero no puedo hacer nada por evitarlo.

Lo malo no es que esto me pase soñando, porque al fin y al cabo es un rato en el que saco a pasear el subconsciente, y ya se sabe lo que pasa en estos casos, que es como tener un hijo: tú controlas durante un tiempo, pero hay cosas que, inevitablemente, escapan a tu control y tienes que aceptarlo.

Lo malo es que tengo la sensación de que me pasa lo mismo cuando estoy despierta, en mi vida normal: que veo las cosas venir y aunque sé que van a ser chungas, que me van a hacer sufrir, que me van a doler, nada, yo me voy de cabeza a por ellas. Vamos, que yo fui una cruz para mis padres porque cuando me preguntaban lo de "Si tus amig@s se tiran por un precipicio, ¿tú te tiras también", yo ya estaba al borde del precipicio preparando el salto.

Me dedico a enseñar, pero no aprendo. Me encuentro una y otra vez en las mismas situaciones en las que salgo escaldada y no dejo de empantanarme hasta el final, es absurdo. Es como si supiese los resultados de una quiniela y aún así, los pusiese mal intencionadamente.

A tod@s nos ocurre que tropezamos dos veces en la misma piedra. Yo he llegado a un punto en el que llevo una piedra en el bolsillo por si no hay piedra para tropezar en el camino, para ponerla y quedarme tranquila de que he seguido mi tónica general.

Lo malo es que cada desilusión, cada decepción, cada chasco que me llevo es una ventana que cierro al mundo, un punto de confianza que pierdo y que me cuesta recuperar de nuevo. Esta semana estoy de drama-queen (término acuñado por M. y D., los dueños de mi sofá postizo, y que se traduce como "la reina del drama"), pero es que joder, cuando parece que las cosas salen, que funcionan, zasca, el reloj del campanario toca medianoche y el hechizo de rompe. Y lo peor de la Cenicienta no fue volver a ser una pobre sirvienta, sino haber saboreado las mieles de ser princesa y no poder retenerlo para siempre.

Supongo que llegará el día en que, al llegar medianoche, la carroza y los lacayos sigan en la puerta, el vestido de tul aún esté en mi cuerpo y los zapatos sigan en mis pies, porque aún no he tenido que correr para escapar una vez más.

Hasta entonces, me tendré que conformar con seguir soñando. Ya lo decía Calderón de la Barca:

"¿Qué es la vida? Un frenesí
¿Qué es la vida? Una ilusión
Una sombra, una ficción,
y el mayor bien es pequeño
que toda la vida es sueño
y los sueños, sueños son."

2 comentarios:

  1. Sabes bien que me gusta el tema de los sueños y sus posibles significados.

    Yo creo que en tu sueño del ascensor es una consecuencia que hace referencia a las situaciones que no dominas, que se te escapan a tu control. Y también creo que tiene que ver con tu auto-estima.

    Hay muchas veces que tu misma te pones el impedimento a las situaciones y no es mas que la predisposición con la que haces esas cosas que sabes que no dominas. Es un tema que tiene que ver con el miedo, hay un triángulo "de la muerte" en este sentido, que sería miedo-autoestima-control.

    Si afrontas las situaciones diciéndote a ti misma que no crees poder afrontarlo empiezas en desventaja, tu autoestima empieza a aflojar y empiezas a ver el asunto mas oscuro que claro, por consiguiente el miedo empieza a florecer.

    La cuestión está en como percibes las situaciones, como las sientes, como las piensas, como las enfocas.

    Todo esto es bajo mi opinión, y con ánimo de ayudarte a superar esas pesadillas. Intenta "jugar" con el sueño, prueba un día a no darle a ningún botón en el ascensor, a ver que pasa, a ver donde te lleva... deja que tu subconsciente te sorprenda y disfruta de lo que parece un episodio negativo. Se que me dirás que no es fácil y que no lo vas a poder hacer, y yo te diré... ¿te vuelves a predisponer? ;).

    Un eBso desde La Atlántida.

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  2. Esa es una etapa avanzada de los sueños lúcidos, por ahora yo sólo soy consciente de que estoy en un sueño, pero no puedo intervenir de manera consciente en él, ¡eso es dificilísimo!
    Pero vamos, que llegará el momento en el que lo consiga, si el problema viene cuando me bloqueo en la vida real... son divagaciones de fin de semana.

    Un beso

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